El pasado mes, Line alcanzó los 100
millones de usuarios. Hacía solo 19 meses que este servicio de
mensajería instantánea y gratuita se había lanzado en Japón. Ningún otro
servicio había conseguido tal cantidad de público en tan poco tiempo.
ATwitter le había costado 49 meses y a Facebook, 54.
Pese a su rápida expansión, a diferencia
de los otros, cuenta con la desventaja de ser un producto muy asiático
—al menos en sus orígenes—, que necesita entrar en el mercado
norteamericano para triunfar.
De momento, tiene versiones en 10 idiomas y en 230 países, con una muy destacada aceptación en España.
Line, a diferencia de otros servicios
similares, tiene su originalidad: funciona en los móviles, pero también
en los ordenadores, tanto pecés como Mac, por lo cual se puede iniciar
una conversación con teclado y ordenador y acabarla en un móvil. El
perfil personal no va asociado a un número de teléfono, como ocurre en
el caso del servicio WhatsApp.
Otra ventaja es que permite hacer
llamadas de voz, como si fuera por teléfono, a través de la red de
datos. Es decir, toma lo mejor de Skype, Viber y Tango, pero también la
facilidad de uso e inmediatez de WhatsApp.
Su verdadera innovación es la habilidad
de ser una plataforma de comunicaciones. Line es gratis y muchos de sus
complementos, que se descargan como aplicación independiente, también.
Se puede dibujar a mano alzada en tiempo real, hacer una foto e incluir
retoques o marcos cómicos, incluso echar partidas de juegos de
habilidad.
Al estilo de los clásicos iconos
japoneses (emojis), Line sirve para expresar el estado de ánimo, una
idea o bromear con un gran número de animales, gestos e imágenes con
aire manga. El catálogo incluye más de 200 gratuitos y un millar de
pago, con los que se financia, aparte de la publicidad.
Line, que vio la luz tras el terremoto
de Japón, en realidad pertenece a la corporación coreana NHN,
especializada en conexiones de Internet.
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