En el primer trimestre de este año, la
imprenta artesanal de Daniel Chalén bajó sus ventas en un 40% en
relación al mismo periodo del 2012. Su negocio familiar, con más de tres
décadas de experiencia, mantiene su actividad económica gracias a la
impresión de facturas. De cada 10 dólares que le ingresan, dice, $ 8
corresponden a la demanda de esos documentos.
Sin embargo, la producción de esos
comprobantes se redujo desde el anuncio que hizo la administración
tributaria de implementar paulatinamente la facturación digital, que
empezará por las grandes compañías que operan en el país.
Según Chalén, eso desestimuló también a
las medianas y pequeñas empresas porque se preveía que a partir del 2014
sería obligatorio para ellas. De diez a quince pedidos diarios, pasó a
tener solo entre dos y tres solicitudes, asegura.
La misma situación enfrentó desde
finales del año pasado Miguel Gómez, gerente de la empresa Mi Gráfica,
cuyas ventas también han disminuido, aunque no precisa el porcentaje.
"Los clientes no nos han hecho muchos pedidos porque temen que las
disposiciones del Gobierno cambien y los obliguen en corto tiempo a
facturar por Internet y se queden con los papeles", explica.
Es por este tema que representantes de
la Asociación Artesanal de Profesionales de Artes Gráficas del Guayas se
reunieron la tarde del lunes con el titular del Servicio de Rentas
Internas (SRI) en Litoral Sur, Juan Manuel Avilés.
En el encuentro recibieron una buena
noticia. Al menos por un tiempo. Allí el SRI les precisó que la
facturación digital no será obligatoria para las pequeñas y medianas
empresas desde el 2014 y que se prevé la elaboración de un calendario
que fijará los plazos de aplicación a partir del 2015.
Para la noche de ayer estaba prevista
una reunión de la directiva de la Asociación Artesanal de Artes Gráficas
para analizar la situación del gremio respecto a sus ventas y
establecer nuevos planteamientos al SRI. El síndico del grupo, Miguel
Peralta, asegura que están más tranquilos porque la autoridad tributaria
ha comprendido su realidad y les ha dado más tiempo para coordinar
estrategias.
Hasta tanto Chalén sabe que a largo
plazo su negocio familiar tendrá que incursionar en otros mercados o
diversificar su producción. "La rentabilidad ha bajado. En el 2010 las
ventas anuales bordeaban los $ 140 mil, pero el año pasado obtuvimos
solo 90 mil dólares".
Fuente: Diario Expreso
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